lunes, 25 de noviembre de 2013

El corazón del espectro



-Esto ocurrió en la época en que estábamos en guerra contra el Imperio Extragaláctico. Yo era un agente de la resistencia terrícola y había llegado a Nueva Ayres de incógnito. Si bien el lugar no estaba abiertamente bajo el control de los invasores, sospechábamos que Hugo Demasq, un conocido personaje de la alta sociedad Ayreana, era en realidad un espectro poderosísimo que movía todos los hilos en la ciudad. Después de muchos sacrificios, con mis compañeros de la resistencia logramos averiguar que el espectro solo podía permanecer en nuestra dimensión gracias a un prendedor en forma de corazón que llevaba siempre consigo. Este prendedor, decían, era el famoso “Amarre del ser amado” un artefacto que vinculaba sentimentalmente a su portador con la reina de los Maryastour, una raza de criaturas anfibias extremadamente peligrosas. Mientras Hugo tuviese el prendedor en su poder él y la Maryastour estarían enamorados y esa era el ancla que poseía para no regresar a su mundo. Claro que derrotar a Hugo no iba a ser fácil, antes que nada porque nadie sabía donde se encontraba. Únicamente se mostraba en las funciones de gala de una antigua casa de ópera de la ciudad.
La misión estaba planeada hasta el mas mínimo detalle, si triunfábamos daríamos un golpe devastador al Imperio Extragaláctico, pero si fracasábamos...- -¿Que?- -No podíamos fallar- -¿Pero que pasaba si fallaban?- -Nada, no importa- -Sí que importa, quiero saber- -No es importante eso, lo importante es que a mí me había tocado ser el que debía destruir el prendedor. Y no iba a ser nada fácil porque como había escaners por todos lados era imposible entrar armado sin que toda la seguridad se pusiese en alerta, y porque los Maryastour son criaturas muy feroces en combate cuerpo a cuerpo. Pero la reina enamorada era aún peor, ya que no solamente era las más grande de toda su especie, sino que también era muy protectora de su amado. Solo tenía una oportunidad para acercarme durante un intervalo a la pareja y atacar a Hugo Demasq sin que la reina de los Maryastour pudiese reaccionar. Pero el dato más importante era que habíamos descubierto la verdadera debilidad de Hugo: a pesar de disimularlo, era terriblemente vanidoso.
Por suerte, todo en la misión salió de acuerdo a lo planeado. Primero entramos con el grupo al edificio haciéndonos pasar por empleados de mantenimiento. Luego, mientras que mis compañeros se preparaban en sus ubicaciones para garantizar nuestro escape, yo me puse ropa de músico y esperé fuera del alcance de las cámaras de seguridad a que empezase la función. Muchas figuras de la alta sociedad Nuevoayriana habían ido a ver la función. Incluso algunas figuras de relevancia para los intereses del Imperio extragaláctico en la zona. Desde mi escondite los vi llegar, uno a uno, desfilando por la entrada principal. Finalmente, en el momento exacto en que todos estaban presentes esperando a que comience la función, apareció Hugo Demasq, acompañado por la reina de los Maryastour en un tanque-kinético. Debí esperar una hora mas antes de que llegase el intervalo, pero esa hora pasó mucho mas rápido de lo que jamás hubiese imaginado. Como era de esperarse llegado el intervalo los concurrentes salieron a la galería a refrescarse y conversar, ese era el momento para que yo entre en acción. Tomé el ramo de rosas rojas que tenía preparado y me mezclé entre la gente. Al divisar a Hugo levanté la mano, buscando que me viese mientras me acercaba a él. A ver que alguien se acercaba a él con un ramo de flores tanto Hugo como la reina de los Maryastour, tan enamorados como estaban, creyeron que eran un regalo para ellos y bajaron la guardia. Un centímetro antes de que pudiesen tomar las flores simulé tropezarme, pero en realidad estaba tomando impulso para mi objetivo. Pude destruir el “Amarre del ser amado”, el prendedor que ataba al espectro a nuestro mundo, que Hugo llevaba colgado de una sola trompada y así, mandarlo de regreso a su dimensión. Al desaparecer Hugo, la reina de los Maryastour se vio liberada del poder del Amarre y liberó todo su rencor contra el edificio y los ayudantes de Hugo. Como agradecimiento por haberla ayudado, a mí y a mi equipo nos dejó ir mientras destruía todo lo demás.- -¿Que es un trompada papá?- -Es algo que aprendí hace mucho, era una técnica que usaban los antiguos habitantes de la tierra para resolver su conflictos primitivos. Para hacer una trompada hace falta cerrar el puño bien fuerte y...- -¿Cerrar el puño? ¿Había que usar el cuerpo para resolver conflictos en la antigüedad?- -Sí, antes no había enerkinésis, ni neuroeskeletos, ni...- -Que aburrido que era el pasado papá, menos mal que vivimos ahora y no antes.- -Sí, Hernán, el pasado era muy aburrido...-

lunes, 18 de noviembre de 2013

Hacia el mar



 Hernán estaba inquieto. Rodrigo tomó una hoja de papel y empezó a doblarla en varias partes. Mientras lo hacía, comenzó la historia de esa noche.

 “Decían que los habitantes de Bosquedal vivían en perfecta armonía con la naturaleza. Esa conexión profunda hacia su propio mundo les estaba facilitando grandes descubrimientos científicos… pero se negaban a compartirlos con el resto del universo.
 Yo formé parte del Comité Diplomático Lunar, es decir del grupo encargado de convencerlos de que lo mejor era que hicieran público su conocimiento. Formábamos el comité grandes científicos y pensadores de la Luna y la Tierra y yo, que era el chofer.
 Minutos después de un aterrizaje perfecto en Bosquedal fui olvidado por mis compañeros que fueron a discutir con las brillantes mentes del planeta, dejándome a cargo del cuidado de la nave. O sea que, apenas se alejaron, me escapé para conocer los alrededores.
 Yo sabía que el mar estaba cerca. El mar de Bosquedal es parecido a los mares de la Tierra, con la diferencia de que no tiene olas ni marea. Cuando no sopla viento, el Gran Mar es una enorme masa de agua inmóvil. Tenía aún algo de tiempo, así que me dirigí hacia la costa.
 No sé por cuánto tiempo observé la quietud de las aguas hasta que empecé a notar que algo las perturbaba. Un nene bosqueano, a uno cuantos metros de distancia, creaba grullas de papel para luego hacerlas volar. Algunas llegaban más lejos, otras más cerca, pero inevitablemente todas caían y se deshacían en el agua. Me le acerqué.
- ¿Por qué las tirás hacia allá? Así te caen al mar.
 El nene me miró, y después de un momento respondió con una sonrisa:
- Las grullas siguen volando hacia el horizonte. Lo que cae solo es el papel.”

 Rodrigo le dio la grulla de papel que estaba armando a su hijo. Sabía lo que le iba a preguntar, así que agregó:
- Los científicos volvieron horas más tarde, frustrados por no haber conseguido nada. Los Bosqueanos aseguraban no haber hecho ningún descubrimiento. Es más, decían no tener científicos entre ellos. 

lunes, 11 de noviembre de 2013

Nyaghhathogga



-¿Existe dios papá?- Preguntó Hernán a su padre, que automáticamente supo que esa noche no le resultaría fácil hacer dormir a su hijo.
-¿Dios?, depende. Para algunas culturas existe uno, para otras existen varios, hay quienes dicen que sus dioses ya no existen mas...-
-¿Pero para vos existe?- retrucó Hernán.
–Puede ser- Respondió Rodrigo intentando prepararse para cambiar de tema, pero su hijo, hábil, se le anticipó:
 -¿Lo viste alguna vez?...- 
-Sí, eso creo al menos.

"Fue hace unos años, vos todavía eras un bebé y yo estaba trabajando para Focus, una empresa que realizaba mapeos intergalácticos. Me habían contratado para que llegue hasta el lugar desde donde se suponía había surgido el universo: el punto exacto donde había ocurrido el Big Bang. Como era un trabajo importante, me mandaron con un grupo de veinte personas, topógrafos, cartógrafos, astro-físicos, neurópatas y otros tantos expertos de diversas áreas. La idea era que yo, como piloto, los llevase para que realicen sus investigaciones y los traiga de regreso sanos y salvos. Nadie sabía con que podíamos encontrarnos, ya que el punto exacto de nuestro destino era un secreto guardado por algunas tribus antiguas del planeta tierra y de pura casualidad uno de los directivos de Focus había encontrado unos escritos muy antiguos con referencias mas o menos contundentes.
A medida que nos acercábamos a nuestro destino, el pulso gravitacional nos indicó que el lugar no estaba vacío, sino que en él se hallaba algo que podría describirse como un planetoide muy extraño. Era una superposición de estructuras incongruentes que desafiaban toda lógica y conocida. Parecía una especie de ciudad donde las fuerzas desatadas en el Big Bang habían causado que las leyes de la geometría no se aplicasen ahí, dando como resultado un enorme laberinto sin sentido ni explicación. Como en mi contrato nunca se había hablado de tareas de exploración, me quedé en la nave mientras el resto del grupo se aventuraba al planetoide a investigar. Dentro, en la comodidad de la cabina, mientras se suponía que debía monitorear los movimientos del equipo de exploración, me quedé dormido. No fue un sueño normal, casi que había sido obligado a quedarme dormido por una fuerza desconocida. Entonces, en mi sueño, apareció: era una criatura gigantesca, parecida a un árbol, con raíces, tronco y ramas, pero que, claramente, no pertenecía al reino vegetal. Ni siquiera estoy seguro de que perteneciese a ningún reino conocido. Dijo llamarse Nyaghhathogga y era el guardián de la entrada a esta dimensión. El planetoide ciudad-laberinto era en realidad un portal cerrado, un intento de invasión fallido de seres de mundos lejanos e inconmensurables. Mientras decía esto último me vi atraído hacia esa figura que extendía sus ramas-tentáculos hacia mí para aferrarme. Segundos antes de ser devorado por aquella criatura fui despertado por los golpes desesperados que los expedicionarios daban a la puerta de entrada de la nave para que los deje entrar. Nunca supe por cuanto tiempo había estado durmiendo. De todo el grupo de expedicionarios solo quedaban dos y los monitores de los demás no mostraban signos vitales. Una vez dentro los supervivientes estaban pálidos y callados, con la expresión vacía, dando muestras de haberse topado con esas cosas con las cuales es mejor no imaginar.
Volvimos a la tierra, la expedición se consideró una pérdida aceptable para la empresa y nunca mas se habló del tema.-"
Hernán, lejos de dormirse, estaba aterrado,aferrado al termocovertor de la cama. Pero Rodrigo sabía de antemano que eso ocurriría así que se preparó para una noche larga y se prometió que jamás volvería a contarle historias de terror para hacerlo dormir.

lunes, 4 de noviembre de 2013

Los ojos del viejo



El viejo lo miró, y sus ojos se volvieron profundos y azules como el océano. Rodrigo pensó que no tendría forma alguna de transmitir esta experiencia. Sin embargo, más de veinte años después, se sentó a los pies de la cama de su hijo y le preguntó:
-¿Te conté la historia de los ojos del viejo?

“Lo más difícil de todo fue encontrar a alguien lo suficientemente ambicioso o lo suficientemente idiota como para venderme el turno. Encontré a uno que era una mezcla de las dos cosas. Me pidió una fortuna que multiplicó apenas vio que yo aceptaba sin regatear. Pagué el doble sin protestar. No sé si él sabía lo que me estaba dando a cambio de algo tan corriente como el dinero, no sé si sabía que el turno es algo único en todo el universo.
 -¿De donde sacaste esto?- le dije señalando el papel que me había vendido.
-¿Qué importa? Ahora es tuyo, pichón.- Y agregó con una sonrisa: -Ojalá lo disfrutes más que su dueño anterior.
 Me da asco hacer tratos con este tipo de gente, pero a veces no hay alternativa. Ya tenía la dirección, la fecha, la hora: era esa misma noche. Llegué y toqué el timbre cuatro veces seguidas, como decía en el papel. Me atendió un Burlo. No me sorprendió, porque había escuchado que alrededor del viejo se reunían criaturas de todos los rincones del universo: habían llegado en busca de una respuesta y nunca se habí
an ido.
 No fue necesario dar explicaciones. El Burlo me miró de arriba abajo con sus cinco ojos, y corrió su viscosidad para dejarme pasar. La casa era común y silvestre, pero transmitía una sensación indescriptible. Como una música demasiado baja para distinguirla pero lo suficientemente alta para saber que suena.
- Una vez que entres al cuarto- me dijo el Burlo con su voz monstruosa- no vas a poder salir hasta que él te diga. Después te va a dar un papel con el próximo turno, y va a ser tu responsabilidad que le llegue al siguiente. Solo él, solo ahí, solo en ese momento.
 Entré. Parecía un viejo normal, pero yo sabía que esa es la forma que eligió para mostrarse ante mí. Y ahí fue que miré en sus ojos. No sé cuanto tiempo pasó. Después me dio un papel con el nombre de un planeta que yo no sabía ni siquiera que existía y una fecha, dentro de trescientos años.”

-¿Y qué se siente, su mirada?

-Es como alejarse del cuerpo lo más posible en el infinito, dar un paso más, y llegar así a uno mismo.